A pocos días del muy esperado lanzamiento de Death Stranding 2, previsto para el 26 de junio de 2025 en PS5, el músico francés Woodkid proporcionó una intrigante visión sobre los métodos artísticos (y ocasionalmente desconcertantes) del creador japonés Hideo Kojima. En una entrevista con Rolling Stone, Woodkid reveló que Kojima modificó intencionadamente su juego después de notar que la retroalimentación de los jugadores era predominantemente positiva. Encargado de componer la banda sonora para esta secuela, Woodkid describió un momento crítico durante el desarrollo del proyecto: «A mitad del proceso, Kojima me dijo: ‘Tenemos un problema. La retroalimentación de los jugadores es demasiado buena. Los jugadores aman el juego. Esto significa que algo debe ajustarse'».
Para Hideo Kojima, creador de Metal Gear Solid, la aprobación generalizada suele ser un motivo de sospecha. Si a todos les gusta, cree que el trabajo se ha vuelto demasiado convencional y carece de originalidad. Por lo tanto, revisa partes enteras del guión y ajusta ciertos momentos clave para aumentar la tensión, la ambigüedad y las emociones crudas. Según Woodkid, Kojima aparentemente expresó su filosofía de la siguiente manera: «Si a todos les gusta, eso significa que es mainstream, convencional, pre-digerido. Quiero que la gente llegue a amar lo que al principio no les gustó. Ahí es donde surge una verdadera apreciación por una obra». Esta postura representa una contraCorriente en una industria a menudo impulsada por la optimización del placer inmediato y la minimización de riesgos. Para Kojima, la fuerza de un juego no se mide por los aplausos sino por su capacidad para provocar y desafiar.
Una postura artística… ¿o un viaje egocéntrico? Esta anécdota inevitablemente suscita debate. Crear una obra para que sea menos bien recibida, rechazando el consenso, puede parecer elitista, incluso pretencioso. Algunos podrían verlo como un ego desmesurado: «Mi juego es demasiado bueno; debo alterarlo para que sea amado menos… así más profundo». Además, se podría señalar una contradicción: Kojima afirma desestimar la retroalimentación pública pero la usa precisamente para ajustar su trabajo. Al tratar de evitar el consenso, ¿no está exhibiendo otra forma de cálculo? Y ¿qué decir de su reciente elogio por Clair Obscur: Expedition 33, un juego universalmente aclamado? Huir del consenso mientras admirar a aquellos que lo provocan presenta un paradoxo. No obstante, esta aproximación es fundamental en el ADN de Kojima. Desde Metal Gear Solid 2, ha consistido en desmontar expectativas, a veces frustrando, con frecuencia sorprendiendo. Con Death Stranding 2 parece empujar esta lógica más allá: hacer la incomodidad una virtud y la división un ambición. Entonces, ¿valdrá la pena? La respuesta está arriving pronto, con el mando en mano.